Eran las 4:10 de la mañana cuando la lupa volvió a hablarme en suspiros.
Esta vez fue breve. “Seguí buscando”, me dijo, “yo te ayudo para eso soy lupa.”
Dos horas mas tarde, mientras dormía enrrollada en diagonal en una cama queen, abri los ojos.
En ese estado entre la somnolencia y la realidad dicroica, aparecen las mejores verdades.
El monumento griego tuvo a las 6 de la mañana otro sentido. Era lo prohibido, el lugar donde mas vale no entrar porque no se puede, no se nos está permitido. Deseamos, nos atrae poderosamente esa fuerza oscura y profunda del deseo. Querer y no poder!
Aquel hombre dificil de satisfacer busca, e intenta, lupa en mano, zondear los misterios del Partenon.
Pero, los zapatos, del color que sean, nos tiran de los pelos y de las piernas en la dirección correcta. Zapatos amarillos, rojos, o a lunares nos dirijen y nos centran en el deber. Molesto super-ego del que no nos podemos deshacer, a veces para nuestro maldito bien.
Queremos arrancarnos y sacudirnos solo por un rato premisas morales y religiosas amarillas o a lunares.
Pero lo prohibido estará alli siempre, arriba, oscuro y profundo, invitándonos.
Nosotros, seguimos dándole vueltas y vueltas y vueltas a nuestras griegas entrañas del deseo.
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